La Trini
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                                                                              Eusebio Rioja
TRINIDAD   NAVARRO   CARRILLO:   La   Trini.

 

     Sin duda, Trinidad Navarro Carrillo: La Trini es una de las mejores cantaoras de la historia. Con generosidad creativa por malagueñas y con excepcionalidad cantaora, gozó de virtudes humanas elogiadas por cuantos la trataron. Difícilmente conozcamos otro artista flamenco tan loado por sus coetáneos. No encontramos ninguna crítica negativa de su arte ni de su personalidad, caso raro y sorprendente. Además, lo accidentado de su vida, con épocas esplendorosas y con otras desgraciadas, se ajustó al modelo romántico tan fascinante en aquellos tiempos de finales del siglo XIX y principios del XX, por lo que La Trini ingresó pronto y con los zapatos puestos en el sagrado olimpo de los héroes mitológicos del flamenco.
No obstante, existen abundantes lagunas en su biografía, espacios sombríos que merecen el trabajo y el tiempo empleados para iluminarlos con nuestras investigaciones. Redactamos de seguido algunos resultados de las mismas.
 
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Nacimiento,  infancia  y  primera  juventud.
     Fue el formidable aficionado y tenaz investigador Manuel Yerga Lancharro quien primero se aproximó a la figura de La Trini con espíritu documentalista[1]. En el trabajo publicado sobre ella, escribe:
“La Trini” nació el año 1868 en la ciudad de Málaga, siendo bautizada en la iglesia de San Felipe (el archivo parroquial fue destruido durante nuestra guerra de 1936-39). Nació en el seno de una familia humilde formada por Francisco Navarro y Ana Carrillo, naturales de Málaga (p. 23).
Para llegar a estas conclusiones, las fuentes archivísticas donde bebe Manuel Yerga son los padrones municipales de Málaga. En concreto, el correspondiente al año 1907, como confiesa (p. 24). En dicho documento se halla empadronada La Trini en el nº 12 de la calle Málaga-Caleta, con su marido y su hija. Declara haber nacido en Málaga, haber sido bautizada en la parroquia de la Santa Cruz y San Felipe Neri y tener 39 años de edad[2]. Damos por ciertos el lugar de nacimiento y la parroquia del bautismo al repetirse en 13 padrones donde la vemos inscrita, pero ponemos en cuarentena la fecha de nacimiento. Ciertamente, el archivo de la parroquia de San Felipe fue destruido en el asalto sufrido por la sacristía de este templo el 12 de mayo de 1931, por lo que no se conserva la partida de bautismo de Trinidad: tenemos que acudir necesariamente a los padrones. Y conviene advertir que los padrones contienen abundantes errores, unos más explicables y comprensibles que otros: ninguno de ellos justificable.
Por ejemplo, la información sobre la edad dependía de la fecha cuando se recabase la misma: no se preguntaba el día de nacimiento del sujeto, sino los años a contar en ese instante. La cifra podía oscilar en un año, pues. Por otro lado, es de tener en cuenta que el documento personal identificador tal como lo poseemos ahora, el D.N.I., no existía y los datos de usos tan habituales hoy, entonces no lo eran: no era frecuente manejar la fecha de nacimiento, no era éste un dato a memorizar, la mayoría de la población no estaba familiarizada con él. Por demás, el índice de analfabetismo era superlativo, lo que procuraba bailes de fechas recordadas mnemotécnicamente por asociación: las llevaban en la cabeza, no las leían. Yo nací el mismo año que el rey, hemos oído aún en nuestra época. Y el mundo de los artistas flamencos se nutría mayoritariamente de individuos pertenecientes a un segmento humilde, social y económico, lo que equivale a analfabeto o a poco instruido.
A todo ello hay que sumar la escasa formación intelectual de los funcionarios encargados de la confección de los padrones -generalmente, guardias urbanos: policías municipales- y la ineptitud de sus métodos de trabajo. Estas circunstancias sumadas a otras con mejores o peores intenciones, como el falseamiento de los varones por incluirse en edad militar, o por mera coquetería tanto femenina como masculina, procuraban una sobresaliente falta de rigor en los datos registrados por la documentación pública.
Así las cosas, de los 15 documentos donde hemos encontrado a La Trini, tres de ellos repiten 1868 como año de nacimiento. Otros tres dicen 1871. Otros tres, 1873. Uno: 1869, otro: 1872, otro: 1874, otro: 1875, otro: 1878 y otro 1880. Henos aquí con un magnífico surtido de datos que no nos permiten asegurar una fecha con precisión. De todos modos y con probabilidad, la fecha de 1878 esté equivocada y se refiera a 1868. Sería demasiado niña La Trini para efectuar las actuaciones que relacionaremos.
Existe otra fuente que no manejó Yerga. Es el Registro Civil de aquellos años cuyos libros se guardan en el Archivo Municipal de Málaga. Sin embargo, en los libros correspondientes a 1868 no se encuentra la partida de nacimiento de La Trini. Como hemos advertido, es posible que en los días cuando fueron cumplimentados los padrones, Trinidad no hubiese cumplido aún año, habiendo nacido el año anterior: 1867. Pero lamentablemente, faltan en el Archivo los libros correspondientes a 1867.
Pero existen más erratas: en otro padrón consultado por Yerga, el de 1918, aparecen los nombres de los padres de La Trini: Francisco y Ana[3], sin embargo, en el de 1904 se apunta José y Francisca[4]. En este caso resulta más fácil detectar el error: Francisco y Ana eran los padres de la sirvienta alojada en su casa: Magdalena Valderrama Conejo, cuyas gracias se repiten en las casillas correspondientes a los padres de Trinidad.
Pudiera ser que la familia Navarro Carrillo residiera algún tiempo en Sevilla, mientras Trinidad era niña o adolescente. Leamos el anuncio dado por el periódico El Defensor de Granada del 19 de mayo de 1883, cuando La Trini tenía sólo 15 años –suponiendo que hubiese nacido en 1868- y donde se la considera sevillana:
Cante y baile flamenco: Manuel Romero, conocido por Manolo de Jerez, que se canta por seguidillas y malagueñas; Trinidad Navarro, la niña sevillana, que se canta por malagueñas, soleares y peteneras y se baila por alegrías y tangos; Francisca Cortés de Málaga, que se canta por soleares y alegrías; Carmen Rodríguez, la niña de Cádiz, que se baila por alegrías y tangos; Francisco Ortega, que se baila el negro (tango americano) y por alegrías[5].
Vamos a ver también como a lo largo de sus primeros tiempos artísticos, La Trini frecuentó Sevilla a menudo con actuaciones, lo que no deja de ser otro indicio. De cualquier modo, después volveremos sobre este particular. Destaquemos ahora que a sus tiernos 15 años –quizás menos- La Trini cantaba y bailaba en espectáculos profesionales. Es posible incluso que al calificarla como niña, tuviese menos de 15 años, esto es, que hubiese nacido en cualquier otra fecha de las registradas por los padrones, año posterior a 1868.
Madrid fue una de las ciudades frecuentada por La Trini desde pronto. El periodista Rodríguez Solís la menciona en su obra Majas, manolas y charlas actuando junto al cantaor Paco el Gandul en el Madrid flamenco de 1886 y dice de ella que era célebre en los ambientes flamencos madrileños. El investigador José Blas Vega advierte que sorprende la fama de la cantaora malagueña en Madrid en una fecha tan temprana[6], sin embargo Alejandro Pérez Lugín la refiere cantando en el Café de la Bolsa, de Madrid, junto a Juan Breva[7]. Pero no fueron éstas las únicas noticias. El cantaor El Canario de Madrid dice que intervino en el Café del Progreso y el guitarrista Salvador Ballesteros escribe que cantó en el Salón Variedades, salón ubicado dentro del Liceo Ríus[8].
Otra madrugadora noticia acerca de la actividad artística de La Trini es la proporcionada por el cantaor Rafael Pareja, quien expone en sus Recuerdos y confesiones que Antonio Chacón estuvo con él en San Roque (Cádiz) y que hasta entonces, de los cantaores, la supremacía se la repartían “Fosforito” y “Chacón”[9]. En efecto. El cantaor, guitarrista, letrista y escritor Fernando Rodríguez Gómez: Fernando el de Triana redundaría en su libro Arte y artistas flamencos sobre esta competencia artística entre ambos:
Recuerdo que allá por el año 86, cantaban: Chacón en el café de Silverio, y Fosforito, en el Café del Burrero; y a ruegos de la afición, tuvieron que entenderse las dos Empresas y arreglar los turnos de los dos cantaores, de forma que pudiera el público salir de escuchar a uno y llegar a tiempo de escuchar al otro. ¡Cómo se ponía el trayecto entre la calle Rosario y la calle Tarifa! Verdaderas bandadas de aficionados de todas las clases sociales comentaban lo que acababan de oír, deseando que llegara el momento de escuchar al otro ídolo para después iniciar con verdadero conocimiento crítico la labor realizada por los dos competidores amistosos[10].
 
Antonio Chacón.
 
Y continúa Pareja con una precisión de interés para nuestro objeto:
Cuando algún tiempo después vino este último (Chacón)[11] conmigo a San Roque y escuchó los cantes de Gayarrito y “La Trini”, arregló el suyo, ajustándolo a lo que había oído y cuando regresamos a Sevilla, acabó el pugilato con “Fosforito” a favor de don Antonio, que se hizo “amo del cante”, especialmente por malagueñas y sólo se hablaba de él[12].
Este acontecimiento debió ocurrir con anterioridad a 1889. En ese año Chacón se traslada a Málaga donde reside por espacio de cuatro años, en amor y compañía de la Marquesa de Donadío: la marquesita. Y desde luego, a lo largo de tan dilatada estancia, tendría numerosas oportunidades de escuchar a La Trini y de arreglar sus cantes, cosa que no sería de sorprender ni de precisar por Pareja en su escrito. Deducimos pues, que el encuentro de ambos artistas se produjo antes.
Quizás durante aquellos días de Pareja en el Campo de Gibraltar, presenciara la simpática anécdota narrada en su libro, entre los cantaores Paco Botas y El Colorao, anécdota sucedida en La Línea de la Concepción (Cádiz) y de la que fue testigo La Trini[13]. 
Mas proporciona Pareja otro indicio interesante. Dice que La Trini cantó en el antiguo café sevillano del Burrero, conocido igualmente por Café de la Escalerilla, siendo propiedad de Manuel el Ecijano. Este café pasó a detentarlo El Ecijano entre 1888 cuando Manuel Ojeda: El Burrero se traslada al nuevo local del número 11 de la calle Sierpes y el año 1897 cuando lo cierra definitivamente[14]. Consideramos así, que la actuación o las actuaciones de La Trini en el citado antiguo Café del Burrero se produjeron entre 1888 y 1890, año éste cuando la escucha por primera vez Fernando el de Triana en el Café del Turco, de Málaga[15]. Incluso, es posible que Chacón la escuchara en 1887 durante las anteriores estancias del jerezano en Málaga, ciudad donde suponemos que residía Trinidad, al menos a temporadas.
En 1889, El Diario de Murcia da la composición del cuadro de cante y baile del Café de España de aquella ciudad. En él figura La Trini como cantaora, lo que nos confirma que había profesionalizado completamente su actividad artística. Y es de destacar la conformación del cuadro: tocaor, Antonio Navarro; cantaor: José Sánchez; cantaoras: Trinidad Navarro y Adela Villa Claro; bailaoras: Juana Ruiz, María Ruiz y Soledad Cruz[16].
Subrayamos que José Sánchez es el cantaor almeriense Pepe el Marmolista, el mejor cantador del sistema de Almería, según escribiera Fernando el de Triana en Arte y artistas flamencos (p. 148). Y apuntamos la posibilidad de que el tocaor Antonio Navarro tuviese algún parentesco con La Trini. ¿Quizás su hermano?
 
Primeras  apariciones documentadas  en  Málaga.
La noticia documental más antigua hallada sobre las actuaciones en Málaga de La Trini, la da el diario malagueño La Unión Mercantil del 10 de septiembre de 1893. Este periódico había estado publicando desde el día uno el siguiente breve:
JARDINES DE HERNÁN CORTÉS[17]
Baile Español. Intermedio por el tenor D. Antonio Navas.
El baile español sería ejecutado por el cuadro dirigido por el Sr. Ramos, exitosa compañía anunciada repetidamente a partir del día tres. En su repertorio: El bonito baile titulado “La Tertulia”, “La flamenca”, “Sevillanas”, el baile bufo titulado “Ayer y hoy”, baile “Inglés”, Una juerga en Sevilla, la sal de Andalucía, “Soleares”, “Peteneras”, la Estrella, la Gallegada y Malagueñas. Un repertorio de bailes de escuela bolera, que tocaba con la punta de los dedos al arte flamenco. Tan cercanos estaban que el día 10, junto al mentado elenco:
Además tomará parte diariamente la célebre cantadora Trinidad Navarro, acompañándola el afamado guitarrista, (á) “Paco el Aguila”.
¡Ahí es nada! La Trini y Paco el Águila[18]. Toda una pareja de tronío. El día 13, La Trini es sustituida por otra célebre cantadora: Dolores Valdivia, que se cantará Cartageneras, como dicen los papeles.
 
 
Francisco Reina: Paco el Águila.
Foto Museo de la Peña Juan Breva.
 
La siguiente noticia malagueña en el tiempo, es ofrecida por la revista El Crepúsculo del ocho de agosto de 1896. De esta manera pone:
Los cafés de la Loba y de “España,” son otros tantos centros de reunión donde se dán cita la gente elegante. En el primero de dichos cafés se dan brillantes conciertos por las aplaudidas artistas Signorine Emma Stella, tiple cómica del género italiano y español y Mademoiselle Augusta Bergés artista internacionales, cantante, bailarina y excéntrica, acompañadas al piano por el ilustre profesor Sr. Santaolalla.
En el café de “España” se cultiva otro género; pues á más del baile español-francés por el notable cuadro que dirige el maestro Sr. Vazquez, las distinguidas Srtas. Paca Aguilera y la célebre Trini cantan por malagueñas acompañadas á el piano por el eminente profesor D. Cálos Sánchez, haciendo las delicias del elegante público que concurre diariamente á aplaudirlas.
Pues henos aquí a una Trini calificada como célebre a sus 28 años –si nació en 1868- compartiendo el escenario del Café de España con Paca Aguilera, a quienes acompañaba el eminente profesor D. Carlos Sánchez. Y no nos sorprende si lo hizo al piano. Carlos Sánchez Atero fue un músico, padre de músicos, quien aunque dedicó preferentemente su actividad profesional y artística al toque y a la construcción de guitarras, también dominó el piano[19]. No sería ésta una errata del periódico, a lo mejor.
 
 
 
En realidad, se trataría de una serie de actuaciones, serie cuyos umbrales cronológicos precisos desconocemos y cuyo final ocurriría no mucho más tarde, porque nos consta que el día 29 del mismo mes cantaba La Trini en el Café de Chinitas, mudanza que no nos sorprende[20].
Conocemos un bellísimo cartel impreso en seda -el ejemplar consultado es patrimonio del museo de la Peña Juan Breva- difundiendo la función a desarrollar en el escenario del malagueño y legendario Café de Chinitas, a las siete y media de la tarde del sábado 29 de agosto de 1896, con entrada al consumo: no había que adquirir entrada para presenciar las actuaciones, pero se exigía consumir alguna libación.
Comienza el cartel alertando que dicha  función  inauguraba la temporada de invierno -¡temprano invierno!-, que era nueva la empresa regente del café y da los nombres del director del cuadro de verso y el de la primera actriz:
La Empresa que ha tomado a su cargo este centro de recreo, no ha omitido gastos ni sacrificio, para presentar este local á la altura de los mejores de los de su clase; y contratar á las primeras notabilidades del género andaluz, como igualmente un buen cuadro de verso, bajo la dirección del popular y aplaudido actor cómico
D. JOSE Mª ARAGON
y donde figura la inteligente primera actriz
Dª. MARIA DEL RIO
Continúa  detallando la composición del cuadro andaluz:
CUADRO ANDALUZ
Tocador de guitarra.- El distinguido Profesor
CARLOS SANCHEZ
BAILADORAS.- Las célebres y simpáticas Antonia y Josefa Ruedas, (de Sevilla), la notable y aplaudida Lola Torozio, conocida por la Roteña chica (de Cádiz) y la simpática Milagro Gallardo (de Sanlúcar de Barrameda), desconocidas de este público.
CANTADORAS.- La célebre cantadora por Malagueñas Trinidad Martín[21], (La Trini de Málaga) y la renombrada y simpática Paca Aguilera (de Jerez)[22], no conocida del público malagueño.
Amenizando el espectáculo con intermedio de piano, por el Profesor D. Francisco Orellana.
 Veamos el orden de la función programada para ese día:
ORDEN DE LA FUNCION
1º.- Sinfonía.
2º.- Cante y baile por el gran Cuadro Andaluz.
3º.- El divertido juguete cómico, original del Sr. Lustonó, titulado
BASTA DE SUEGRAS
puesto en escena por el Sr. Aragón, acompañándole las primeras figuras de la compañía.
4º.- Cante y baile andaluz.
5º.- La comedia en un acto, del Sr. Castilla, denominada
GUERRA A LAS MUJERES
6º.- Baile.- Sevillanas.
7º.- El disparate cómico, intitulado
EL SUTIL TRAMPOSO
Indiscutiblemente, atractiva función donde alternaba el arte flamenco con el teatro, un teatro a calificar de género ínfimo. Pero no le faltaba el trabajo a la célebre Trini, quien volvía a cantar junto a Paca Aguilera y ambas eran acompañadas por Carlos Sánchez Atero.
 
Paca Aguilera.
 
 
1897:  Un  año  crucial.
En la vida de La Trini, el año 1897 se configuró con una importancia crucial. A los cuatro meses de iniciarse, el día 12 de abril, La Trini sufriría una severa intervención quirúrgica de dos horas de duración, a causa de una parametritis supurada[23]. La operación fue practicada por el célebre médico y cirujano José Gálvez Ginachero en el Hospital Civil de Málaga, operación magníficamente glosada por el médico y escritor Gustavo García-Herrera[24]. Leamos lo que narró en su capítulo 1897-Una anécdota curiosa:
Allá por los primeros días de abril del 97, asiste a la consulta de la sala de San Pablo, una enferma que destaca entre las habituales, que en crecido número acuden a los consejos del nuevo médico del Hospital, cuya pericia y éxitos se comentan en todos los barrios de la ciudad.
Es una mujer de mediana estatura, cabellos rubios con rizado natural; rostro, que sin ser bello, posee indiscutible atractivo, acaso por su pequeña boca, nariz respingoncilla y ojos melados. Viste con señalada elegancia, costosos vestidos, que sabe llevar con la distinción de una reina. Su cara de sufrimiento y extrema palidez, hacen aún más interesante la figura. Es persona bien conocida en Málaga. Su nombre, Trini, y su crédito como “cantaora” de malagueñas, indiscutible.
Discípula del genial “Juan Breva”, había asimilado “algo” del estilo del maestro (“todo” no era posible, pues Juan era inimitable), lo que unido a portentosas facultades, le encumbraron bien pronto a estrella del “cante jondo” y en el “tablao” del café-teatro del Turco, hizo por los años 1890 al 95, las delicias de los “enteraos” del cante y los simples aficionados.
Esta Trini, cargada de dolores, se presenta una mañana a la consulta de Gálvez en el Hospital Civil. Bien delata su rostro que algún grave mal le consume. Quiere conservar empaque aristocrático y modales de señora, pero un perro le corroe las entrañas haciéndola andar encorvada y a pequeños pasos, con frecuentes paradas. A pesar de todo, no se come la pena callando; habla, siempre que hay ocasión para ello, con mezcla de flamenquería y gachona dulzura, cortando las palabras y acariciando el oído con las zetas.
No tarda en verse sentada ante la mesa de don José. Ambos se escrutan; ella extrañada de que el sabio de que le han hablado sea este hombre de 32 años, con poblada barba de abencerraje, mirar enigmático tras unas gruesas antiparras y de muy pocas, poquísimas palabras. El, atento y compasivo, ante una mujer que refleja el sufrimiento en la mirada y quiere aliviarlo contándoselo. Pronto sabe (y va escribiéndolo en la historia clínica) que su paciente se llama Trinidad Navarro Carrillo, nacida en Málaga y tiene 27 años[25]. Su padre murió de viejo y tuvo once hijos. Sólo viven tres y Trini es uno de ellos. (¡Qué tragedia oculta esta mortandad!). A la pregunta -¿Cuál es su profesión? Contesta Trini con un dejo de tristeza: “Cantaora de flamenco”. Don José anota: Cantante.
Refiere que viene enferma desde hace cuatro años, pero hace unos meses está peor; fiebres, dolores y hemorragias.
Terminada la exploración, toma el doctor unas notas y se limita a decir:
-          Será preciso encamarla y hacerle una pequeña operación.
Trini asiente y aquella noche duerme ya en el Hospital.
Tras varios días de reposo y observación, al pasar don José su diaria visita, se acerca a la cama y le dice:
“Mañana la operaré”. “La cosa no tiene mucha trascendencia, pero si usted quiere, convendría arreglarse sus problemas espirituales. Puede venir un sacerdote…”
Trini que le había escuchado, hasta aquel momento, con atención, pero tranquila, como movida por un resorte se yergue en la cama y le increpa:
-          ¿Un cura? … Ni hablar…
Yo no quiero que venga a verme ningún cura; si me voy a morir… me moriré como he vivido… cantando… y si quiere usted saber por qué, se lo diré con esta malagueña. Y sin aguardar más respuesta y ante el asombro de Gálvez le canta –no a pleno pulmón- pues sus decaídas fuerzas no le dejan, pero sí a media voz, claramente audible y acariciante:
El camino de la “vía”
regando voy con mi llanto
(el camino de la “vía”),
son tan grandes mis quebrantos
que tengo la fe perdía
y el mundo me causa espanto.
Las estrofas salidas de aquella privilegiada garganta, plenas de sufrimientos físicos y morales, retienen unos segundos al doctor a los pies de la cama. Luego… sin el menor comentario, prosigue la visita.
No la opera al siguiente día. Dice, a la hermana de la sala, que conviene demorar la intervención unos días, pues encuentra a la enferma algo nerviosa.
Al fin, el día 12 de ese mismo mes, es llevada a la mesa de operaciones. Las incidencias del acto quirúrgico se relatan al final, en copia textual de la historia clínica.
A los trece días de intervenida y tras un post-operatorio excelente, es dada de alta.
Pasa don José visita el día 12 y se acerca a la cama de Trini.
-          ¿Cómo se encuentra?
-          A Dios gracias, muy bien, responde la interpelada.
-          Pues ya mañana puede marcharse a casa.
Al siguiente día, en la cotidiana revisión, la encuentra don José a los pies de la cama, vestida en traje de calle y con su maletita en la mano.
-          ¿Qué, de marcha?
-          Sí. Pero no quería irme sin decirle una cosa: Que Dios le pague todo el bien que me ha hecho… y además, (aquí vacila un momento y bajando los ojos, dice quedamente): Ayer vino el sacerdote y me confesé.
Don José, por toda réplica contesta: ¡Adiós! –y sigue su visita. Pero pudo apreciarse, a través de las siete dioptrías de sus cristales, cómo unas lágrimas empañaban sus ojos.
De esta emotiva historia quedó el recuerdo gráfico del caso clínico, tal y como lo escribió, de su puño y letra, el doctor Gálvez.
Paremetritis supurada
Número 69 – Ingresa el 1-IV-1897.
Trinidad Navarro Carrillo.
27 años – Soltera – de Málaga – Cantante.
Padre muerto de viejo. De once hermanos, tres vivos. Menstruada a los once años. Después siempre regular 3-4 días.
Hace cuatro años dolor intenso en la parte inferior del vientre que le obligó a estar un mes en cama. Desde entonces dismenorrea.
Hace cuatro meses amaneció un día con un dolor intenso en el vientre y desde entonces, le ha durado con alternativos hasta ahora. Ha tenido fiebres y hemorragias casi continuas aunque no muy grandes.
Examen. – Enferma demacrada. Por la exploración se encuentra un tumor del tamaño del puño o más, que ocupa la mitad derecha de la pelvis. El útero está desviado a la izquierda y todo él rodeado de masas induradas. Diagnóstico una salpingitis purulenta del lado derecho enclavada, lo mismo que el útero, en medio de grandes masas para y perimétricas.
Se decide, vista la gran distancia que separa el tumor tanto de la pared del vientre como de la vagina, hacer la histerctomía vaginal, como medio más seguro que la punción y así se pone en práctica el 12-IV-97 con asistencia de los señores Souvirón, Nicolich y Collantes. La operación comenzó por incidir alrededor del cuelo, más cerca del hocico de tenca por delante que por detrás, y en desprender la mucosa todo alrededor. La cavidad uterina medía 8 centímetros. Bien trabajoso fue el despegamiento pero al fin conseguí efectuarlo en la altura del cuello. Intentando desprender la vejiga de la cara anterior del útero con cortes de tijera perpendiculares a la dirección del órgano, según aconseja Laudon, y progresando el desprendimiento con excesiva lentitud, traté de ayudarme con el dedo y el extremo del separador, a la vez que incidía la cara anterior del útero desde el orificio externo y efectuaba grandes tracciones mediante pinzas de Musseux. Estas maniobras fueron seguidas de algún descenso, pero insignificante y cuando creí haber roto el peritoneo y llegado a la extremidad superior del útero con el dedo, me encontré con que lo que había hecho era dividir transversalmente el útero. En esta situación coloqué pinzas sobre las uterinas, dividí con las tijeras el trozo de cuello asegurado por ellas, coloqué otras por encima, separé otro fragmente de tejido y así hasta colocar cuatro pinzas de cada lado, que aseguraron por el pronto y casi en absoluto la hemostasia. Durante las maniobras se escapó algún pus por la vagina, pero en escasísima cantidad en relación al volumen de la masa inflamatoria encontrada antes por la exploración.
Siendo inaccesible la mitad superior de útero, se dió por terminada la operación que había durado dos horas.
Esta histerectomía incompleta es la más laboriosa de las efectuadas hasta la fecha.
Concluido el acto se taponó sólidamente la vagina con gasa iodofórmica y se colocó una sonda de Nelatón en la vejiga.
Qrina clara.
12      –             37
13     37            37
14    36’ 8        37’2
15    37            37
16    36’8         27’2
17    38’8         ?
18    ?             37’5
19   36’5        37
20   ?              ?
21 y siguientes apirética.
25 ALTA[26].
Bajo el punto médico los acontecimientos se desarrollaron sin alarmantes incidencias y el proceso quirúrgico siguió un curso normal.
No debió parecerle así a la Trini. A las cuarenta y ocho horas de operada sintió encontrarse muy mal, tan mala, que aquellas fechas quedaron grabadas, de manera indeleble en su psiquismo. Fijadas, con tan acentuados matices, que mucho tiempo después, cada vez que cantaba, se complacía en recordarlo en sus trinos:
No se borra de mi mente
el día catorce de abril,
(no se borra de mi mente).
Y siempre tendré presente
que en ese día me vi
a las puertas de la muerte.
Quizás porque su restablecimiento fuese rápido, caso dudoso, o bien porque el quebranto económico que le supondría el pago de su operación y su hospitalización la abocase a reanudar pronto su trabajo, el hecho es que sólo dos meses y unos días después, el 25 de junio es anunciada de este modo una serie de actuaciones por el periódico La Unión Mercantil:
CAFÉ DE ESPAÑA (Plaza de la Constitución.) A petición de varios parroquianos han sido contratados por el dueño de dicho establecimiento la renombrada cantadora por malagueñas conocida por “La Trini” y el no menos celebrado profesor de guitarra D. Cárlos Sánchez, los cuales harán su debut esta noche, alternando con el cuadro de baile español-francés que en el mismo actúa.
Entrada al consumo, siendo los ensayos de una á tres de la tarde.
No había pasado un mes cuando el 14 de julio regresa La Trini al España tras haber estado actuando en Algeciras:
CAFÉ DE ESPAÑA (Plaza de la Constitución).
Función para esta noche.
Después de haber extinguido el contrato que llevó para Algeciras la celebrada cantadora por malagueñas conocida por la “Trini”, hoy reaparecerá en dicho establecimiento acompañada del reputado profesor de guitarra D. Carlos Sánchez.
Alternará además el renombrado cuadro de baile español-francés que dirige el maestro Sr. Vázquez.
Y el 22 de julio se introduce una importante novedad:
Función para esta noche. Debut de la célebre cantadora por malagueñas señorita Paca Aguilera acompañada del reputado profesor de guitarra D. Carlos Sanchez y de la no menos celebrada cantadora del mismo género conocida por la “Trini”.
Alternará ademas el renombrado cuadro de baile español-francés que dirige el maestro Sr. Vazquez.
Entrada al consumo, siendo los ensayos de una á tres de la tarde.
Así hasta el 22 de agosto. Cinco días después, el 27, cambia La Trini de escenario y regresa al Café de Chinitas, mientras Paca Aguilera continúa en el Café de España:
CAFÉ CANTANTE-CHINITAS.- Pasage de Alvarez, 71.- Funcion diaria de cante y baile andaluz, donde figuran las célebres cantadoras y bailadoras Lola Torocio (a) La Roteña, Esperanza (a) La Bonita, Josefa Díaz (a) la Oro, notable bailadora de tangos; la Dulce Ramírez y la sin rival cantadora conocida por la Trini. Intermedios por el cuadro cómico que dirige D. José Maria Aragon. A las siete y media.- Entrada al consumo.
Célebre, renombrada, no menos celebrada y ahora, sin rival: todo un repertorio de elogios hacia el arte de La Trini. El párrafo continúa en el diario hasta el nueve de noviembre. No obstante, el periodista y escritor Gonzalo Rojo afirma que en septiembre de este año 1897 se le tributó un homenaje en el teatro Vital Aza de Madrid, espectáculo organizado por Juan Breva[27] a causa de la crisis económica que debió producir a La Trini el pago de su operación y su forzada convalecencia, suponemos, una crisis no recuperada con los ingresos proporcionados por sus actuaciones en el Café de España y en el de Chinitas.
 
 
Antonio Ortega Escalona: Juan Breva.
 
 
En el espectáculo intervinieron Fernando el de Triana, Carito, Dolores la Parrala y el guitarrista Maestro Pérez[28], junto a Juan Breva.
 
Antonio Pérez: El Maestro Pérez.
 
 
Fue un homenaje de positivo éxito económico[29]. Sin embargo, el único día de septiembre cuando no son divulgadas en la prensa las actuaciones de La Trini en el Café de Chinitas es el siete. ¿Sería ésta la fecha cuando fue programado el homenaje? Puede. Mas dudamos que usando inevitablemente los medios de locomoción de entonces, consiguiese ir a Madrid y volver a Málaga en sólo dos días. A lo mejor no fue en septiembre.
Sea como fuere, La Trini continuó cantando en El Chinitas durante los meses de octubre y noviembre, como expresa La Unión Mercantil. Una larga temporada de Trinidad actuando en los cafés cantantes de Málaga, si contamos desde el 25 de junio hasta el 30 de noviembre, lo que nos reitera que 1897 fue un año crucial en su vida.
En 1902 canta en el Café Filarmónico y en el Café Novedades, de Sevilla, cuya temporada inauguró en el mes de septiembre. Junto a La Trini, formaban el elenco de este Café Novedades: La Macarrona, La Malena, La Sordita, La Melliza, La Roteña, Rita Ortega, Enriqueta la Macaca, La Junquera, El Tiznao, Antonio Chacón y el tocaor Pepe el Ecijano[30]. Otro cuadro de lujo.
 
La Macarrona.
 
 
El  ventorrillo  de  La  Trini.
Desde el nueve de noviembre de 1897 dejamos de encontrar noticias documentales sobre la actividad de La Trini hasta1904. En el padrón municipal de Málaga de aquel año se inscribe como casada con Ignacio Maroto Sánchez, nacido en Valdepeñas (Ciudad Real) e industrial[31] de profesión. Según Manuel Yerga Lancharro, el casorio fue contraído en 1903[32], el año anterior, cuando Trinidad podía contar 35 años: no era nada joven para enmaridar, desde luego. Es éste otro indicio que nos hace sospechar que naciera después de 1868.
El domicilio del matrimonio estaba en la calle Málaga-Caleta, número 10. Ignacio decía tener 40 años, y 36 años Trinidad[33], pero existe un dato erróneo en el padrón, dato a confundirnos. Afirma de Trinidad que había nacido en Granada, que había sido bautizada en la parroquia de Santa Ana y que la pareja llevaba 11 años residiendo en Málaga. Lo más seguro es que se refiera a la parroquia donde la pareja Maroto-Navarro contrajo matrimonio. En los demás padrones, Trinidad aparece indefectiblemente como nacida en Málaga y bautizada en la parroquia de la Santa Cruz y San Felipe Neri. En estos datos existe unanimidad.
Lo convincente es que Trinidad residiera algún tiempo en Granada por motivos familiares y allí se casase. Nos aboca a suponerlo que en 1905 empadrona el matrimonio en su casa a Josefa y a Carmen Navarro López, de 19 y 12 años respectivamente, sobrinas de Trinidad. Y las dos fueron bautizadas en la parroquia granadina de Santa Ana. Relacionando este hecho con el error mentado del padrón de 1904 y con la noticia de la actuación de La Trini en Granada en 1883, se nos abre la duda sobre si La Trini residió en Granada. Pensaríamos que los Navarro Carrillo viviesen en Granada, además de en Sevilla, o quizás alguno/s de sus miembros.
Observamos también que el número del ventorrillo había cambiado en 1905: era el 12. Al año siguiente, en 1906, Carmen desaparece del padrón. ¿Se casó con sólo 13 años? ¿Murió? ¿Regresó a Granada? En cambio, se avecina la criada Pilar Marqués Díaz, de Málaga, con 30 años de edad[34]. No les iría mal la rentabilidad del ventorrillo al matrimonio Maroto-Navarro.
En 1907 es la niña Trinidad Maroto Navarro, de cuatro años, quien es anotada junto a sus padres Ignacio y Trinidad, pero al siguiente año no se la inscribe en el padrón correspondiente[35]. Ignoramos los motivos. ¿Moriría? La mortalidad infantil in illo tempore era espeluznante.
Por alguna razón, La Trini había decidido en 1905 traspasar su venta. Para ello, el día 14 de julio publica un anuncio en La Unión Mercantil. Sin embargo, por lo comprobado, el traspaso no se efectuó en esa fecha.
Fernando el de Triana, compañero y admirador de La Trini, hizo en su libro Arte y artistas flamencos el siguiente relato de una juerga muy especial, juerga desarrollada en el ventorrillo de La Trini:
La última vez que la escuché fué el año 1907. En esa época cantaba yo en el café Chinitas, y una mañana me invitó D. Cipriano Martínez, dueño del restaurante La Alegría para que asistiera yo, y que a la vez les avisara a los guitarristas Santiago Segovia el Ciego y a Santos Ramos, más al excelente cantador Rafael el Moreno[36], para entre los cuatro amenizar una comida que el señor Martínez daba en honor de su íntimo amigo Cayetano Muriel, Niño de Cabra[37], en el ventorrillo de la Trini.
La comida fué espléndida y servida en aquella magnífica azotea junto al mar, que era un encanto.
El vino que se bebía, Carta Blanca, así es que las guitarras sonaban a gloria; y como el homenajeado es un cantador, no hay para qué decir que tanto Rafael el Moreno como yo sacamos a relucir todos los trapitos de cristianar, como suele decirse, y cantábamos con las de “Ganalón”; ¡pero ni por esas!, Cayetano no se arrancaba, ni se arrancó una vez siquiera: entonces, en un momento en que estaba entre nosotros Trinidad, tuvo un arranque de esos que no tienen más que los verdaderos artistas y con la suavidad y dulzura que hablaba aquella virtuosa del cante por malagueñas, dirigiéndose a la reunión, dijo: -Señores, yo, en vista de lo a gusto que veo que están ustedes y que a pesar de eso el homenajeado no dice esta boca es mía, si ustedes me lo permiten voy a cantar una coplita; porque yo también estoy muy a gusto en la reunión y no puedo demostrarlo de otra manera.
Se chocaron las copas, se dieron vivas a la Trini, sonaron las guitarras, y hasta el mar, a cuya orilla estábamos, perecía recoger sus olas sin el ruido natural de la “reventazón” sobre la playa, como si se les hubiera dicho: ¡Callarse, que va a cantar la Trini!
¡Las olas callaron y la Trini cantó! Es decir, aquello no fué cantar, fué hacer llorar a más de veinte hombres que con religioso silencio la escuchábamos. Con esta copla nos despidió, la que según mi opinión, ha sido la mejor cantadora de malagueñas conocida hasta hoy:
Cuando me pongo a pensar
lo lejos que estoy de ti,
no me canso de llorar:
porque sé que te perdí,
para no verte jamás
(pp. 97-98).
Desde luego, conmueve el derroche de sentimiento y lirismo vertido por Fernando el de Triana en estos párrafos. Y desde luego, hubo juergas excelentes en La Caleta: lo acabamos de comprobar.
Sebastián Muñoz: El Pena contaría al buen aficionado y amigo nuestro que fue José Márquez Cabello:
Cayetano se ponía “morao” con las cazuelas de longaniza que les preparaba la Trini en su ventorro malagueño y que estaban para chuparse los dedos, por lo que con su peculiar estilo entonaba aquella letra:
De jamón y longaniza
yo me iría a la choriza
porque me gusta tener
la barba muy pringosita[38].
¡Cualquier cosa debía ser Cayetano Muriel a la mesa! Bien pudo ser una excelente cazuela de longaniza la degustada en el transcurso de aquella comida espléndida en el ventorrillo de La Trini. Se dice que Cayetano, cuando era contratado para una juerga, exigía la invitación a cenar más su retribución económica. Esto es, lo denominado hoy catering, más o menos. Y las cenas de Cayetano eran tan copiosas que por su abundancia, asombraban a los anfitriones. A menudo surgían comentarios de admiración:
-  Maestro, ¿no dicen que “los flamencos no comen”?, que “con el estómago lleno no se puede cantar”…?
Y contestaba El Niño de Cabra:
- No, hombre, no. Como no se puede cantar es con el estómago vacío.
Una sabia e irónica respuesta evocadora de la máxima latina: primum vivere, deinde philosophare.
Diego el Perote solía contar un chascarrillo de inocente gracia, y quizás de su propia invención, ubicado a las puertas del ventorrillo de La Trini:
A la venta de La Trini llegó una vez uno de Álora, y llegó un pescaó con un burro con dos capachos cargaos de sardinas. Y le dice el de Álora:
-  ¿Quiere usté un par e pesetas y me como unas sardinitas de ésas?
Por muchas que se comiera, se podía comer un cuarto kilo. Pero empezó a comé sardinas, y venga a comé sardinas, cabezas y tó. Y le dice el pescaó:
-  ¿Pero hombre, no le quita usté las cabezas ni ná?
-  No, al primer capacho no se las quito nunca.
-  Pos arre, que se va a comé este tío las sardinas, los capachos, el borrico y a mí y tó. ¡¡¡Arre!!! [39].
 
Últimas  noticias.
1907 sería otro año agitado para La Trini. La juerga referida por Fernando el de Triana ocurriría con anterioridad al mes de agosto. El día cuatro de dicho mes, aparece en el diario El Popular este anuncio:
Venta Alegre (antes: La Trini). C/. Málaga, 12. La Caleta.
Evidentemente, La Trini había traspasado su venta, pero por alguna enigmática razón, continúa empadronada en ella al año siguiente, en 1908[40]. Pensamos si debió llegar a algún acuerdo de habitabilidad con el nuevo regente. Y escribe Manuel Yerga Lancharro:
En 1911, el matrimonio con su hija se trasladó a la casa número 12 de la calle de Antonio Luis Carrión, en cuyo domicilio y poco tiempo después, falleció Ignacio. La niña ha desaparecido del hogar materno, sin que haya podido averiguar si falleció o si fue internada en algún centro educativo.
En 1909 y 1910 no está empadronado el matrimonio Maroto-Navarro en el nº 12 de la calle Málaga-Caleta (también: calle Málaga-Bella Vista), ni en el callejón de La Trini –esquina al ventorrillo-, ni en el nº 12 de la calle Antonio Luis Carrión. Puede que transitoriamente habitaran en otro domicilio. Es entre 1911 y 1915 cuando nos lo topamos viviendo en el piso principal de esta casa[41]. Mas continuemos siguiendo a Yerga:
 Por último, “La Trini” aparece empadronada en la misma calle y número, así: Doña Trinidad Navarro Carrillo, de Málaga, viuda, de cuarenta y nueve años de edad. Señorita Pastora Pabón Cruz “Niña de los Peines”, artista, de ventiséis años de edad, de estado soltera. Lleva residiendo dos años[42].
En este punto, no se muestra Manuel Yerga riguroso. Da la impresión de no haber sido él quien consultase personalmente los padrones. En efecto, es en 1917 cuando se empadrona en este domicilio La Niña de los Peines. Sin embargo y extrañamente, no lo hace el matrimonio Maroto-Navarro, ni lo había hecho en 1916[43]. Desconocemos los motivos, aunque lo sensato es pensar que residían allí. Éstos son los datos que arroja el padrón sobre La Niña de los Peines:
Pastora Pabón Cruz. 26 años. Nacida en Sevilla, parroquia de San Vicente. Soltera. Artista. Lleva dos años de residencia. Sabe leer y escribir.
Sin indicación de piso y junto a ella, se empadrona: Carmen Ruiz Martínez. 23 años. Nacida en Carmona, parroquia de San José. Soltera. De profesión: las propias de su sexo. Lleva dos años de residencia. Sabe leer y escribir. Ignoramos quien era Carmen Ruiz Martínez y si convivía con Pastora, pero existen indiscutibles afinidades entre ambas que nos han llevado a referirla.
En este mismo año 1917 recibe La Trini otro homenaje. El evento se desarrollaría en el Teatro Novedades, de Málaga, según informa Gonzalo Rojo[44].
La última ocasión cuando hallamos a Ignacio y a Trinidad en el referido domicilio, es en 1918. Y desde luego, la documentación resulta bastante confusa. Como hemos apuntado en las notas, en ese año existen dobles padrones. En uno de ellos figura Ignacio Maroto. Aparece solo y el único dato que se da de él, es que pagaba 720 de alquiler[45]. Y en el otro padrón: Trinidad Navarro Carrillo, nacida en Málaga, parroquia de San Felipe. Hija de Francisco y de Ana. Con 40 años. De estado civil, viuda. De profesión: su casa. Sabe leer y escribir[46].
Lo más razonable es pensar que medió algún tiempo entre la recogida de datos para la realización de ambos padrones, tiempo cuando falleció Ignacio. Pero hay más. En el paroxismo de la confusión, junto a Trinidad es inscrita como hija Rosario Fernández Cortés, con 25 años, de Málaga, parroquia de San Felipe, hija de Vicente y de Consuelo, soltera, de profesión: su casa, sabe leer y escribir. Como salta a la vista, no existe ninguna filiación coincidente con Trinidad ni con Ignacio.
 
El  cante  de  La  Trini.  Su  escuela  cantaora.
Autora de tres diferentes y soberbios estilos de malagueñas, La Trini ha sido reconocida por la historia como una de las más geniales creadoras de este bellísimo género. O la más genial de todos aquellos ínclitos compositores. El cante por malagueñas -no sólo flamencas- procuró furor en los gustos de los públicos a lo largo del siglo XIX y de las tres primeras décadas del XX. Para considerar figura a cualquier cantaor, necesitaba éste crear al menos una Malagueña singular, su malagueña. A más de treinta se eleva el inventario de las que hoy reconocemos originales, con personalidad propia, con suficientes rasgos distintivos para erigirse en pieza única, en genuina. A la cabeza y ejerciendo de modelo inspirador, las de La Trini.
Y arrebatadora sería la calidad cantaora de Trinidad. Sólo hemos encontrado elogios hacia ella, piropos de los más apasionados y encendidos, tanto por la prensa, siempre tan sospechosa de interesada, como de sus compañeros en el arte, quienes nos merecen todas las garantías de sinceridad. No alcanzamos a imaginar los motivos por los cuales no nos dejó su voz en registros discográficos. Pero es cierto: no grabó. El único recurso que nos queda para intuir lo que sería su arte, es acudir a su escuela estilística.
Entre los seguidores fieles de los cantes de La Trini debemos mencionar a Paca Aguilera, compañera de Trinidad como queda documentado y de quien diría Fernando el de Triana:
Esta fue la cantadora que mejor imitó a la Trini (gloria del pueblo malagueño y figura gigantesca del cante andaluz); (...) copió el cante de la Trini con tanta exactitud, que en ciertos momentos y detalles de los cantes no le faltaba más que llamarse Trinidad[47].
Pues a través de las grabaciones de Paca Aguilera podemos formarnos una idea real del cante de La Trini.
Otro conocedor directo y seguidor de su estilo sería Sebastián Muñoz Beigveder: El Pena, padre, de quien existen excelentes impresiones discográficas. Y otro, Diego Beigveder Morilla: Diego el Perote[48], quien cantó numerosas veces en el ventorrillo de La Trini y la escuchó a menudo:
En La Caleta tenía La Trini un ventorrillo, la cantaora ésa tan buena. Allí iba yo de noche a trabajar, que allí es donde uno se podía ventilar una peseta. Había seis o siete ventas. Iban los señores de Málaga a divertirse allí, llamaban a los cantaores... Algunos llevaban mujeres de la vida...[49]
También hemos visto como se alojó en su casa –o su antigua casa- La Niña de los Peines, durante una época cuando la cantaora sevillana residió en Málaga, lo que evidencia una segura afinidad entre ambas. Mucho y bueno imaginamos que debió aprender Pastora de Trinidad, aunque no fuera acerca de las malagueñas por no ser éste uno de los palos fuertes de La Niña de los Peines. O al menos, no fue de los más cultivados por ella, quién sabe si por no demandárselo ni su público, ni los productores de sus grabaciones discográficas, y muy a su pesar…
 
Un  indiscutible  atractivo  y  una  personalidad  controvertida.
Según la descripción vertida por Gustavo García Herrera, La Trini era
una mujer de mediana estatura, cabellos rubios con rizado natural; rostro que sin ser bello, posee indiscutible atractivo, acaso por su pequeña boca, nariz respingoncilla y ojos melados. Viste con señalada elegancia, costosos vestidos, que sabe llevar con la distinción de una reina (p. 26).
Es descripción que corroboramos a la vista de su fotografía. Si no poseía una belleza arrolladora, no se le puede negar un indiscutible atractivo, un evidente glamour que agigantaría su saber lucir, como acabamos de leer, y su saber estar, como le hemos leído a Fernando el de Triana. Todo ello conformaba un formidable armamento para arropar su arte cantaor sobre los escenarios, para garantizar su éxito.
Pero su buena estrella no duró. Hubo dos hechos en la vida de La Trini que la hicieron caer en desgracia y que oscurecieron el final de su existencia. Uno fue la relación que mantuvo con Agustín el Caracolero. El tratadista Jorge Martín Salazar califica a Agustín de inquietante figura de chulo brutal y sentimentaloide, aficionado al cuchillo y vanidoso autor de coplas en su mayoría plagiadas, que luego las hacía cantar a su amante[50]. Y no estuvo falto de razón, Jorge. Coincide con las demás opiniones que sobre Agustín nos han llegado de quienes lo conocieron, opiniones siempre expresadas verbalmente.
De los peores frutos o el peor de los obtenidos por La Trini en esta fatal relación fue la pérdida de un ojo. Así cuenta Jorge Martín Salazar el dramático suceso:
Las turbias relaciones culminaron cuando, tras una de las frecuentes riñas, el Caracolero intentó congraciarse con la Trini ofreciéndole una aceituna pinchada en la punta de su faca; en el forcejeo, el arma tropezó con uno de los ojos de la cantaora dejándola tuerta para los restos[51].
Rafael Pareja narra el hecho de forma muy parecida. Desde luego, se equivoca cuando dice que la letra No se borra de mi mente / día catorce de abril... debe su composición a este sucedido. Pero continúa:
En esta letra aludía al triste suceso que le había ocurrido en esa fecha, con un amigo, a quien ella quería mucho y que jugando le había clavado un tenedor en un ojo, que perdió. Fue un hecho desdichado que tuvo decisiva influencia en su vida artística, pues quizás debido a la pena que le corroía su alma fue perdiendo facultades, apagándose su voz poco a poco, hasta terminar exhalando tristes lamentos, con su magnífico estilo, que conmovían profundamente[52].
Por el contrario, Diego el Perote se mostraba contrario a esta versión y daba la suya:
Ya ves si cantaba bien La Trini que venía Chacón a escucharla. Era una cantaora mu buena. Mu buenos ratos hemos echao. Mu simpática. Una señora. No parecía cantaora siquiera. (...) Se quedó tuerta porque el marío le tiró un tenedor y se lo clavó en el ojo, y la dejó tuerta a la pobre. Que es mentira eso de que un querío le saltó un ojo con una navaja, eso es mentira. Qué manera de hablar la gente cosas que no son[53].
A pesar de conocer y convivir artísticamente con La Trini, a quien le guardaba un cariñoso y respetuoso recuerdo, Diego nos parece poco sincero en este particular. Demasiado artificiosa resulta su versión. Puede que llevado por su cariño, su admiración y su respeto, maquillara lo acontecido intentando presentar una imagen menos negativa ante su propio criterio.
Trinidad y Agustín hubieron de vivir su relación tras enviudar ella. En ninguno de los documentos conocidos, incluidas las tradiciones orales, se deja entrever que siquiera subyaciese algún contacto. Muy significativa nos resulta la descripción física de La Trini redactada por Gustavo García Herrera, descripción copiada más arriba. De faltarle un ojo en 1897, este médico lo habría advertido, seguro.
Sea como y cuando fuere, es de asegurar que por mor de su inevitable descrédito social y de su perjudicada imagen pública, La Trini dejó de triunfar en los escenarios, hasta el punto que la obligaron a no subir a las tablas.
Y el otro hecho repelente fue haber regentado una casa de prostitución en Antequera (Málaga). En este pueblo debió morir La Trini, olvidada por los aficionados, en fecha desconocida. Aún no hemos encontrado sus huesos, ni sus documentos de defunción siquiera. Así narra su ocaso Gustavo García Herrera:
El final de la célebre Trinidad Navarro no fue menos triste. Su distinguido porte y agraciada figura los fueron desmoronando una vida de enfermedades, francachelas y disipación. El gracioso rostro se vio afeado por la pérdida de un ojo en una reyerta, y sin medios, la voz perdida y “dejada de la mano de Dios”, fue a parar a Antequera, donde falleció en la indigencia sobre el año 1930[54].
Lo cierto es que aún no hemos podido confrontar estos datos, aunque barruntamos su veracidad, por desgracia y para tormento de nuestra conciencia de aficionado. Ni siquiera hemos encontrado todavía su partida de defunción, repetimos.
 
La  Trini  de  F.  Macías  Amaya.
La celebridad de La Trini, lo eufónico de su nombre y la fascinación que ejercían las vidas de los artistas flamencos ante los ojos de los escritores post-románticos, originaron que con el título de Trini publicara un artículo F. Macías Amaya en la sección Acuarelas del diario La Unión Mercantil del día 30 de septiembre de 1893.
El artículo presenta la biografía de una cantaora homónima y coincidente en algunos aspectos con la vida de Trinidad Navarro Carrillo. Elogia y pondera sus cualidades cantaoras, en particular por malagueñas, así como su atractivo físico, sin aludir nunca a su ojo vacío.
Y sin citar su lugar de origen, dejando suponer que los hechos narrados ocurrieron en Málaga, dice que su Trini pasó la infancia en Sevilla con su familia. Pues bien, hemos visto como en el anuncio de la actuación de Trinidad Navarro en Granada el 19 de mayo de 1883 se dice que era sevillana. Y hemos comprobado que frecuentó Sevilla con actuaciones durante su primera época artística, cuando era muy joven. Como hemos adelantado, pudiera ser cierto que residiera en Sevilla durante algún tiempo, un tiempo infantil y adolescente. Pudiera ser cierto el dato de Macías Amaya.
Además y sin aludir nunca a su matrimonio, Macías Amaya refiere pormenorizadamente los amores que tuvo su Trini con un tal Manolo, elemento cuya descripción resulta idéntica a la que proporciona Jorge Martín Salazar de Agustín el Caracolero, amante de nuestra Trini. Fueron unos amores los de aquella Trini que como los de la nuestra, tampoco pasaron por la vicaría, según se deduce.
Macías cuenta que Manolo empujó a su Trini a ejercer la prostitución, y hemos oído decir que nuestra Trini la ejerció o regentó una casa de lenocinio.
Desde luego, son muchas coincidencias, pero no nos cuadra la cronología de los hechos. Macías Amaya habla de su Trini en pretérito y traza una biografía más larga que la que a sus 25 años podía haber vivido nuestra Trini en 1893. Pensamos pues, que sus amoríos con El Caracolero debieron suceder tras enviudar ella, repetimos, así como la supuesta regencia de la casa de prostitución. Y por descontado, en 1893 nuestra Trini no había fallecido: le quedaba aún mucha vida por vivir.
Desde luego, tampoco pudo tomar de la vida real de nuestra Trini la enfermedad sufrida, aquella infame parametritis supurada que la llevó al quirófano del doctor Gálvez Ginachero en 1907, ya que el relato de Macías Amaya se anticipa a ella en cuatro años. 
Es cierto que F. Macías Amaya pudo conocer a La Trini y la corta vida que había vivido a sus 25 años. Y por los motivos expuestos al principio, usaría su nombre, su figura y algunos detalles biográficos para construir en su artículo otra Trini: un personaje de ficción jamás existente. Pero no es menos cierto que el artículo contiene elementos que para Trinidad Navarro fueron premonitorios. Unas malditas premoniciones.
Copiamos a continuación el artículo:
T R I N I
I
Entre rasgueos acompasados é intermitentes de la guitarra y á compás de cadenciosos tacones en el tablado la vi por vez primera “cantándose” una de aquellas malagueñas tan hondas y tan sentidas que hacían rabiar de entusiasmo á los inteligentes.
Estaba hermosísima envuelta en el ámplio mantón de Manila cuyos pájaros parecían aletear estremecidos al escuchar los gorjeos de ruiseñores que la Trini llevaba escondidos en su garganta, con el color arrebatado y los ojos chispeantes de pasión, el labio trémulo siguiendo las articulaciones del cantar y el hermoso seno que se alzaba y deprimía con ritmo agitado como si fuese á saltar no pudiendo contener aquel torrente de notas puras y frescas que se desbordaban sentidas, apasionadas y tiernísimas por los labios de la “cantaora”.
Su voz, de un timbre celestial, tomaba modulaciones suavísimas y desconocidas, arrebatadoras, lánguidas, amargas ó menlancólicas, según convenía al espíritu íntimo del cantar.
 
II
Trini y yo fuimos grandes amigos.
Tuvo conmigo dulces confianzas, desahogos é intimidades de hermana, y muchas veces lloró, apoyada su cabeza sobre mi hombro.
Me contó su historia, la de los días felices de su niñez pasados en su risueña casita de Sevilla cuando vivían sus padres que tanto la habían querido; sus amores con Manolo; sus sospechas, y sus celos, y sus vehemencias cuando aquél la abandonaba para correr tras locos caprichos; sus lágrimas y desalientos cuando Manolo la martirizaba con sus exigencias después de entregarle ella lo que por la noche ganara en el café.
Otras veces me pintaba sus proyectos y rosadas ilusiones para lo porvenir: secretamente, sin que Manolo lo supiese, pensaba ahorrar, escatimándolo á su alimento si necesario fuese, hasta reunir una modesta suma con que comprar aquella linda casita de Sevilla, la casita de sus padres, que tan encantadores recuerdos despertaba en su imaginación. En aquel nido de amor viviría contenta, tranquila, satisfecha con el cariño de su Manolo, trabajando cuanto pudiera para que á él nada le faltase.
Yo la miraba hablar entusiasmada y sonreía tristemente; pero nunca quise mutar sus ilusiones, y callaba dejándola embebecida en sus locos ensueños de ventura.
Todas sus esperanzas teníalas la pobre Trini en su voz, en aquella voz melodiosa y pura que hablaba de un modo inimitable el lenguaje del sentimiento cuando vibraba en escalas dulcísimos con estremecimientos de pasión y arpegios de pájaro.
Aquella voz era un tesoro y con ella pensaba Trini comprar su casita de Sevilla.
Pasó tiempo y Trini se ausentó del café para no volver.
Perdí su pista, y algunas noches, á la hora en que acostumbraba oirla cantar, pensé en ella no sin pena porque me habían conmovido sus desgracias é interesado sus aventuras.
 
III
Antes del año la vi en un café de provincia durante la temporada de feria que la ciudad celebraba.
Apenas me reconoció, bajó ligera del tablado y me apretó la mano con cariño mientras las lágrimas pugnaban por asomar a sus ojos hermosísimos que habían languidecido empañándose su brillo.
Estaba notablemente desmejorada: la alegría había huído para siempre de su boca y las rosas de sus mejillas.
Durante el tiempo transcurrido sin vernos había sufrido mucho.
Manolo, con sus locas y repetidas exigencias de dinero, importándole poco su procedencia con tal de tenerlo para sus vicios, la había empujado hasta lo hondo de ese pozo negro y asqueroso de la prostitución donde tan buenos gérmenes se pudren. Y después… después, cuando todos los recursos se hubieron agotado y una terrible enfermedad enronqueció aquella voz divina con ------ la garganta con repugnantes ------, el infame ------ la abandonó para siempre sin remordimientos ni titubeos.
Al llegar aquí una sonrisa fría y amarga se dibujó en sus labios descoloridos y temblorosos.
Se levantó de mi lado porque la llamaban para cantar, suplicándome que la aguardase.
Yo salí del café sin despedirme de Trini ni querer escuchar su copla, con el propósito firme de no volverla á ver, porque su pena me contagiaba.
 
IV
Algún tiempo después me avisaron desde el Hospital que una amiga enferma deseaba hacerme un postrero encargo de despedida para su familia.
No podía negarme y me encaminé hacia el Hospital con el corazón oprimido por mortales presentimientos.
Llegué, y después de atravesar algunos largos salones, penetramos en uno á cuyos lados laterales se extendían dos hileras de camas con colchas encarnadas.
Casi al final, bajo una ventana que miraba al Poniente, me detuvieron delante de un lecho cubierto con una blanca sábana que dejaba adivinar un cuerpo largo y rígido.
Según me dijeron, acababa de espirar la mujer que lo ocupaba.
Levanté la sábana que ocultaba el cadáver y pude reconocer transido de pena y de amargura á la desgraciada Trini que sobre la hundida almohada, mostrando su garganta antes tan hermosa perforada de fístulas violáceas que supuraban un humor amarillento y pegajoso.
La boca, aquel nido formado para la oración y la armonía, teníala entreabierta, como contraida en un postrer lamento.
¡Ya no trinarían más los ruiseñores que Trini llevaba escondidos en su garganta!
F. Macías Amaya.
 
La  pecadora  Trini  de  Salvador  González  Anaya.
No mucho después, el literato y político malagueño Salvador González Anaya publicaría el 18 de mayo de 1897 en La Unión Mercantil un poema titulado Pecadora, del libro “Cantos sin eco”, próximo a publicarse, poema donde retrata a otra Trini cantaora, ejerciente en el Fornos madrileño.
Como la de Macías Amaya, su Trini llevaba una vida licenciosa, inmersa en la prostitución en este caso, una larga vida de la que se arrepentía con amargura. Y de nuevo, se nos presenta una Trini en la que en 1897 nos cuesta imaginar a nuestra Trini. No nos consta desde luego el haber actuado en Fornos, aunque cabe la posibilidad. Y como hemos documentado, desde 1893 al menos, residía en Málaga. Incluso, de haber nacido en 1868, nos cuesta imaginar que a sus 29 años le hubiese dado tiempo de desarrollar la vida de la Trini de González Anaya.
De nuevo, nos parece que el poeta tomó de nuestra Trini su nombre y su profesión, para pintar un personaje jamás existente más que en su imaginación. He aquí el poema: 
“PECADORA”
(ESBOZO)
Á  RAMON  A.  URBANO
 
Cayó, pero su caida
sirvio para levantarla,
porqué compró con su cuerpo
la opulencia de su casa.
Al ver el camino fácil,
trepó con segura planta;
de la montaña el vicio
hasta la cumbre más alta;
y un amante y otro amante,
ansiosos de contentarla,
fueron vistiendo de sedas
la esplendidez de sus gracias.
Lució las joyas más ricas,
usó las telas más caras,
y tuvo el cetro en las manos
del lujo y de la elegancia.
En las frecuentes orgias
de su vida disipada,
fue poco á poco, perdiendo
la noción de tener alma;
y entre amores al minuto
y borracheras diarias,
abandonando a su madre
plantó en la Corte su casa.
=
Brilla el solera en las copas
y entre galanes y damas,
de la opulencia y del vicio
solos de la aristocracia,
en la alta noche, de Fornos
en una elegante estancia,
hay una fiesta andaluza,
por andaluzas formada.
Allí Trini la más bella
de todas las chicas guapas
que han corrido cuando niñas
los rincones de Triana.
Y Soledad la de Córdoba,
la que tiene en la garganta
un ruiseñor, más gitano
que una querella gitana,
y entre otros genios armónicos
del canto y de la guitarra,
esta también Magdalena,
que, ojerosa, triste y pálida,
acompañando al que toca
y entre arrumacos y palmas,
llorando sus desventuras
con voz de lágrimas canta:
“¡Con una copa de vino
consuelo todas mis penas,
como la copa me quiere
no encontraré quien me quiera.!”
¡Desdichada pecadora,
que en brazos de la desgracia
aún tiene para quejarse
la ironia de sus lagrimas.!
¿Quién sabe si en el momento
que aquella copla cantaba
vinieron á su memoria
sus alegrias pasadas?
¡Y la voz de la conciencia
que afrentándole su falta
la pregunta por la madre
que la tuvo en sus entrañas!
¿Quién sabe? Pero es lo cierto
que ella apurando una caña,
volvió á cantar otra copla
más doliente y más amarga;
y mientras ella gemia
con el dolor hecho lagrimas
vibraban alegremente
las cuerdas de la guitarra.
                                                       Salvador Gozález Anaya.
 
 
La  Trini  de  José  Sánchez  Rodríguez.
Años después de publicar F. Macías Amaya La Trini y Salvador González Anaya Pecadora, José Sánchez Rodríguez da en La Unión Ilustrada del 18 de septiembre de 1910 su poema Trini la Rubia. Y como los anteriores, Sánchez Rodríguez elogia y pondera la belleza y los valores cantaores de Trini la Rubia y denuncia un amor no-correspondido que la lleva a morir a navajazos.
Pues tampoco debió ser así la muerte de Trinidad Navarro Carrillo, ni había ocurrido en 1910, desde luego. José Sánchez Rodríguez construiría también una rubia Trini que salvo ser atractiva, excelente cantaora y tener amoríos prohibidos, nada tenía que ver con Trinidad Navarro. Lo sorprendente es que de nuevo existe una premonición fatal. No creemos que en 1910 La Trini estuviese enamorada de Agustín el Caracolero.
 
TRINI  LA  RUBIA
-
Ya suena la triste
canción andaluza;
la canción que las almas conmueve,
porque son amores
que en el alma luchan,
lágrimas que asoman,
penas que triunfan;
amorosas endechas que vibran,
y ahogados sollozos
y notas oscuras.
La moza que todos
admiran y escuchan,
es aquella de rostro de fuego
que nace en el alma…
¡es Trini la rubia!
El ser que batalla,
la amante que lucha;
heroína de amor que sucumbe
cantando su gloria
lejana y oscura:
“Los cielos permitan
labrar mi fortuna:
¡que en la tierra que cubra mis huesos
te den sepultura!”
Los gritos aturden,
se estrecha la bulla…
La guitarra que impera entre tanto
repite la amarga
canción andaluza,
y llénase el aire
de notas que zumban:
algaradas de amor y de celos,
de histéricas risas,
piropos y burlas.
. . .
De repente, un grito
domina y retumba:
es la copla que canta un buen mozo
soberbio y herido
de tanta dulzura:
“Hay amores locos
que parecen burlas…
No mereces el alma que pides,
y no será tuya”.
Un largo gemido,
la pena profunda
que salió palpitante del alma,
llenando los aires
de amor y de angustia,
fue el prólogo amargo;
la voz moribunda
que evocó aquel cantar de la Trini…
¡cantaron sus ojos
brotando ternura!
“Aunque tú no quieras,
yo quiero ser tuya;
¡que en el hoyo donde echen mi cuerpo
te den sepultura!”
La fiesta tomaba
carácter de lucha,
y del centro del corro, una moza
vomitando rabia
dijo con voz dura:
“¿No encuentras un hombre
que salga en tu ayuda?
¿No hay un brazo que ofrezca á esa loca
la muerte que busca?”
Llamaba el corage,
¡la tierra que ahulla!...
Hubo un hombre que quiso ser “hombre”
y el largo cuchillo
brilló en la penumbra.
. . .
Aun era de noche:
brillaba la luna,
con fulgores de azul y de plata
bañando el cadáver
de Trini la rubia.
La boca entreabierta…
¡para siempre muda!
y aun vibraba latente en sus labios
la copla pilana
de amor y de angustia…
. . .
¡que en la tierra que cubra mi cuerpo
te den sepultura!
                                                                   José Sánchez Rodríguez.
 
 
 
 
 

 

[1] YERGA LANCHARRO, M., Apuntes y datos para las biografías de Rojo el Alpargatero, La Trini, Chacón  y Manuel Torre, Peña Flamenca de Jaén, Jaén, 1981.
[2] (A)rchivo (M)unicipal de (M)álaga, Padrón Municipal de 1907, vol. 1098, fol. 35.
[3] A.M.M. Padrón Municipal de 1918, vol. 1308, fol. 67.
[4] A.M.M. Padrón Municipal de 1904, vol. 1056, fol. 6
[5] PERUJO SERRANO, F., La presencia del flamenco en los medios de comunicación de Granada, CERC – Diputación de Granada. Centro de Documentación Musical de Andalucía. Asociación granadina de la Prensa, Granada, 2005, p. 86.
[6] BLAS VEGA, J., Los cafés cantantes de Madrid (1846-1936), Guillermo Blázquez, editor, Madrid, 2006, pp 96-97.
[7] Ibidem, p. 118.
[8] Ibidem, pp. 197, 209 y 210.
[9] Sobre Antonio Chacón, véase:
·   BLAS VEGA, J., Vida y cante de don Antonio Chacón. La Edad de Oro del Flamenco (1869-1929), Área de Cultura del Ayto. de Córdoba, Córdoba, 1886.
·   V.V.A.A., Don Antonio Chacón, el Papa  flamenco. Textos en homenaje a Don Antonio Chacón, Ayto. de La Unión (Murcia), 1992.
·   BLAS VEGA, J., Don Antonio Chacón, en: V.V.A.A., Historia del Flamenco, 6 vols., dirigida por José Luis Navarro García, Miguel Ropero Núñez y Cristina Cruces Roldán, Ed. Tartessos, S. L., Sevilla, 1995-2002, vol. II, pp. 409-417.
·   BLAS VEGA, J., Don Antonio Chacón, en: VV.AA., Huellas del cante en el siglo XX, Peña Cultural Flamenca La Pajarona, Córdoba, 2002, pp.21-38, edición coordinada por Alfonso Benítez López.
[10] TRIANA, F. el de (Fernando Rodríguez Gómez), Arte y artistas flamencos, Ediciones Demófilo, S.A., Fernán Núñez (Córdoba), 1978, facsímil de la edición original de 1935.
[11]  El paréntesis es nuestro.
[12] RONDÓN RODRÍGUEZ, J., Recuerdos y confesiones del cantaor Rafael Pareja, de Triana, Ediciones La Posada, Ayto. de Córdoba, Córdoba, 2001, pág. 30.
[13] Estando en una ocasión en La Línea de la Concepción “La Trini”, Chacón, “Juan Breva”, “Paco Botas”, “El Colorao”, el guitarrista “Habichuela” y yo, con el entonces Alcalde don Andrés González, gran aficionado y que tenía un café en la Explanada, bromeábamos entre nosotros; y como dijera “El Colorao” que sólo tenía cincuenta y dos años, “Paco Botas”, que lo conocía bien, lo atajó y con mucha solemnidad le dijo:
-          Compare, es usté un embustero porque tiene muchos años más.
-          Y tú, ¿cómo me puedes justificar?
-          Porque “ayé” leí su fe de bautismo –contestó “El Botas”-, que me la encontré en el Arca, y nació “usté” veinte años antes que Calderón de la Barca (Ibidem, pp. 114-115).
[14] Ibidem, p. 235.
[15] TRIANA, F. el de (Fernando Rodríguez Gómez), Arte y artistas flamencos, op. cit., pp. 48-50.
[16] GELARDO NAVARRO, J., El flamenco: otra cultura, otra estética. Testimonios de la prensa murciana del siglo XIX, Portada Editorial, S. L. y Consejería de Educación y Cultura de la Región de Murcia, Sevilla, 2003, p. 188.
GELARDO NAVARRO, J., Con el flamenco llegó el escándalo. Sierra Minera de Cartagena y La Unión. Prensa, historia escrita, historia oral. Siglo XIX, Editorial Azarbe, S. L., Murcia, 2006, p. 285.
[17] El establecimiento Hernán Cortés fue primero ventorrillo, después restaurante y después hotel titulado también Caleta Palace. En 1943 pasó a ser Hospital 18 de Julio y en el presente se aloja en él la Subdelegación del Gobierno en Málaga. Se enclavó en la Calle Málaga o Camino de El Palo, hoy: Paseo de Sancha y su extensa finca poseía unos soberbios jardines donde programaban espectáculos.
[18] Sobre Paco el Águila, véase:
·   RIOJA, E., Francisco Reina: “Paco el Águila”. Un artífice del esplendor guitarrístico malagueño del siglo XIX, en: www.juanbreva.com, revista informático de arte flamenco, marzo, 2008.
[19] Lo encontramos empadronado como profesor de música en el nº 43 del Pasaje de Álvarez (de Chinitas, hoy) en 1885 y a partir de 1894 lo vemos establecido como guitarrero con taller propio, en los nº 45 y 48 de la calle Torrijos –hoy, Carretería- frente al puente de la Aurora, y en el nº 20 de la calle Grama (Archivo Municipal de Málaga, Padrón Municipal de 1885, vol. 1, s/f; Padrón Municipal de 1900, dtto. 3, fol. 254; Padrón Municipal de 1914, vol. 3, fol. 690 v., MUÑOZ CERISOLA, N., Indicador comercial y guía de Málaga para 1894, Málaga, 1894; PÉREZ LÓPEZ, E., Guía de Málaga y su provincia para 1899, Tipografía Zambrana, Málaga, 1899; PÉREZ LÓPEZ, E. y SUPERVIELLE, J., Guía oficial de Málaga y su provincia para 1905, Tipografía de la Guía Oficial, Málaga, 1905).
Sobre su biografía, véase:
·   RIOJA, E., Guitarristas flamencos malagueños del siglo XIX, en: www.juanbreva.com, revista informática de arte flamenco, enero, 2008.
[20] Por los datos reunidos a propósito, nos da la impresión que fueron buenas las relaciones profesionales entre el actor Gabriel López, el célebre Chinitas, y Nicolás Fernández, propietario del Café de España. Hasta tal punto debieron serlo que cuando por causa desconocida, en 1908 cierra el Café de Chinitas, es Nicolás Fernández quien decide regentarlo. Así lo dice La Unión Mercantil del tres de marzo de dicho 1908:
Murió Chinitas.
El célebre Chinitas, el popular café cantante que durante tantos años ha sido centro de recreo de los aficionados al “cante jondo”, por sonde han desfilado las eminencias del género flamenco y en donde dieron los primeros pasos de su carrera artística muchos cómicos modestos y algunos que lograron abrirse camino, ha cerrado sus puertas.
El conocido industrial D. Nicolás Fernández dueño del café España lo ha tomado en arrendamiento y según nuestras noticias tiene el propósito de no volverlo a a brir por ahora, continuando su negocio en el café en que se halla establecido.
Desconocemos el motivo por el que no quería abrirlo, pero lo que sí sabemos es que lo hizo. Quizás acometiese algunas reformas en el local. De hecho, el mismo medio anunciaba la actuación en él de Pastora Pabón: La Niña de los Peines unos meses después: el 20 de febrero de 1909.
[21] Es una errata. Realmente se llamaba Trinidad Navarro Carrillo.
[22]  Había nacido en Ronda (Málaga). Véase: TRIANA, F. EL DE., Arte y artistas flamencos, op. cit., pág. 160.
[23] Es un trastorno inflamatorio del tejido uterino o de las estructuras que rodean al útero que produce supuración.
[24] GARCÍA-HERRERA, G., El Doctor Gálvez (una vida ejemplar), Málaga, 1966, pp. 61-65.
[25]  De ser cierta esta edad, La Trini habría nacido en 1880.
[26]  Como se aprecia, el alta fue dada el día 25, no el 13 como había escrito GARCÍA-HERRERA.
[27] Sobre la vida de Antonio Ortega Escalona: Juan Breva, véanse:
·   BERJILLOS, M., Vida de Juan Breva, edición del autor, Vélez-Málaga (Málaga), 1976.
·   ROJO GUERRERO, G., Juan Breva. Vida y obra, edición del autor, Málaga, 1992.
·   ROJO GUERRERO, G., Juan Breva, en: VV.AA., Historia del Flamenco, op. cit.,, vol. I, pp. 117-123.
[28] Sobre Antonio Pérez: El Maestro Pérez, hemos publicado:
·   RIOJA, E., Antonio Pérez, en: V.V.A.A., Historia del Flamenco, op. cit., vol. II, pp. 6-40.
[29] ROJO GUERRERO, G., Mujeres Malagueñas en el Flamenco, Ediciones Giralda, Sevilla, 2004, pp. 302-303.
[30] Ibidem, pp. 303 y 306.
[31] Como industriales se calificaba a los propietarios y regentes de establecimientos hosteleros, entre otros oficios y profesiones.
[32] YERGA LANCHARRO, M., Apuntes y datos para las biografías de Rojo el Alpargatero, La Trini, Chacón  y Manuel Torre, op. cit., p. 24.
[33] A. M. M., Padrón Municipal de 1904, vol. 1056, fol. 6.
[34] A. M. M., Padrón Municipal de 1905, vol. 1059, fols. 48 v. y 49.
    A. M. M., Padrón Municipal de 1906, vol. 1093, fol. 390.
[35] A. M. M., Padrón Municipal de 1907, vol. 1098, fol. 35.
    A. M. M., Padrón Municipal de 1908, vol. 1118, fol. 44.
[36]  Sobre su biografía, véase: ROJO GUERRERO, G., Cantaores malagueños, op. cit., p. &
[37]  Sobre su biografía, véanse:
·   ARIAS ESPEJO, J., Un olvido injustificado: Cayetano Muriel “Niño de Cabra”, Ayto. de Lucena. Delegación de Publicaciones, Diputación de Córdoba. Delegación de Publicaciones, Lucena (Córdoba), 1998.
·   CALZADO GUTIÉRREZ, F., Cayetano Muriel, en: Los fandangos de Lucena (cantes de viejos oficios, ambientes y artistas lucentinos) Ayto. de Lucena, Lucena (Córdoba), 1998.
[38] ARIAS ESPEJO, J., Un olvido injustificado: Cayetano Muriel “Niño de Cabra”, op. cit., pág. 74.
[39] RIOJA, E., El cante por Malagueñas. Pláticas con Diego el Perote, Universidad de Málaga, Málaga, 1983, pág. 13.
[40] A. M. M., Padrón Municipal de 1908, vol. 1118, fol. 44.
[41] Entre 1909 y 1918 existe duplicidad en los padrones. Unos continuarían destacando los datos personales y la nueva serie incorporaría datos económicos. Estos son los manejados:
A.M.M., Padrón Municipal de 1911, vol. 1142, fol. 469.
A.M.M., Padrón Municipal de 1911, vol. 1232, fol. 64.
A.M.M., Padrón Municipal de 1912, vol. 1149, fol. 404 v.
A.M.M., Padrón Municipal de 1913, vol. 1159, fol. 487 v.
A.M.M., Padrón Municipal de 1913, vol. 1247, fol. 67 v.
A.M.M., Padrón Municipal de 1914, vol. 1165, fol. 487 v.
A.M.M., Padrón Municipal de 1914, vol. 1259, fol. 65.
A.M.M., Padrón Municipal de 1915, vol. 1173, fol. 487 v.
A.M.M., Padrón Municipal de 1915, vol. 1271, fol. 64.
[42] YERGA LANCHARRO, M., Apuntes y datos para las biografías de Rojo el Alpargatero, La Trini, Chacón  y Manuel Torre, op. cit., pp. 24-25.
[43] A.M.M., Padrón Municipal de 1916, vol. 1183, fol. 503.
A.M.M., Padrón Municipal de 1917, vol. 1192, fol. 482.
A.M.M., Padrón Municipal de 1917, vol. 1285, fols. 74 y v. Aquí es donde se inscribe Pastora Pabón.
[44] ROJO GUERRERO, G., Mujeres Malagueñas en el Flamenco, op. cit., pp. 303 y 306.
[45] A.M.M., Padrón Municipal de 1918, vol. 1199, fol. 477.
[46] A.M.M., Padrón Municipal de 1918, vol. 1308, fol. 67.
[47] TRIANA, F. el de (Fernando Rodríguez Gómez), Arte y artistas flamencos, op. cit., p. 160.
[48]  De las Malagueñas de La Trini, grabadas en discos por Paca Aguilera y por Sebastián el Pena existen reconstrucciones técnicas que permiten una audición aceptable. Recomendamos las siguientes:
Paca Aguilera, Toítas las noches le rezo y Pensando en ti desvarío, en: Málaga Cantaora. Breve antología. 1850-1950, DCD S-30013, edición del Ayto. de Benalmádena (Málaga) para el XV Congreso Nacional de Actividades Flamencas, 1987. Grabación original realizada en 1911.
Sebastián el Pena, El camino de la vía y Haciendo por olviarte, en: Flamenco. Restauration historique,  Flamenco en France, FLAM 9309. Grabación original: ZONOPHONE 552 095 realizada en 1907.
De Diego el Perote se puede encontrar la siguiente grabación original:
No se borra de mi mente, en: Sabor de Málaga, COLUMBIA CCL. 32059 realizada en 1966.
[49] RIOJA, E., El cante por Malagueñas. Pláticas con Diego el Perote, op. cit., p.12.
[50] MARTÍN SALAZAR, J., Las malagueñas y los cantes de su entorno, Editorial Guadalfeo, Motril-Granada, 1998, pp. 56-57.
[51] Idem.
[52] RONDÓN RODRÍGUEZ, J., Recuerdos y confesiones…, op. cit., p. 41.
[53] RIOJA, E., El cante por Malagueñas. Pláticas con Diego el Perote, op. cit., p. 13.
 
[54] GARCÍA HERRERA, G., Más cosas de Málaga. Recuerdos de La Caleta, Publicaciones de la Librería Anticuaria El Guadalhorce, Málaga, 1967, p. 26.
Sonido: Malagueñas de la Trini : Titulo - En la calle me la encuentro
                                    Canta Niño las Moras
                                    Guitarra : Antonio Carmona